sábado, 4 de octubre de 2008

Breve carta sobre tomates, Palin y literatura


Querida T.:


Me alegra muchísimo saber que tu huerta te anima e ilusiona. Simbólicamente tiene gran sentido,  pues mientras los regímenes políticos se corrompen y los países se transforman para lo peor, al menos nos queda el delicado balance de la naturaleza, la verdad de los chiles y los tomates que crecen y no el vértigo de la siguiente "gran aventura" de la humanidad.  A veces parece que se cumple una y otra vez la anécdota de aquel político mexicano que dijo en un discurso: "Estábamos al borde del abismo,  y dimos un decisivo paso adelante".


Quizás por no tener huerta mi respiro y consuelo sigue siendo la literatura, y en menor medida las pequeñas tareas para ayudar a alguien aquí o allá.  Este país se viene abajo arropado en su arrogancia y me parece que la gente de a pie, aunque ya sienta que hay muchas cosas insostenibles,  no tiene los medios para saber que tiene los medios de cambio a su alcance. Está muy arraigada la idea de que las cosas le afectan a otros y que uno mismo por definición siempre va a estar mejor, lo que quiere decir básicamente el acceso a bienes materiales.  Estados Unidos sigue siendo una sociedad sedienta de novedades y el fenómeno Sarah Palin así lo demuestra. ¿Quién más que ella para mostrar todo por lo que no se ha luchado en los últimos cuarenta años?  Palin es para mí el ejemplo claro de la banalización de las luchas y la absorción de la disidencia por los grandes poderes.


Con respecto a tus teorías sobre el lector, me recuerdan un poco lo que se llamaba la teoría de la recepción.  Me parece que tal lector creativo –al extremo de la página en blanco– no existe y que quizás lo más cercano a tus ideas sea, precisamente, el crítico literario.  En mi caso yo no me considero tal.  Me veo más bien como un diletante muy curioso por cosas de la cultura, un espacio en el que caben muchas expresiones y formas de ver la vida. Me interesan las conexiones entre artefactos culturales o procesos culturales y los entornos sociales, políticos y económicos, y miro con bastante desconfianza esas categorizaciones entre bueno y malo que se hacen a pulsos de poder. Creo que la crítica cultural (o incluso literaria) adquiere valor en cuanto a reflexión, y por ello mismo en cuanto a juego de ideas.  Es un mundo cerrado, eso sí, pero al menos es una forma de relato alternativo de la realidad, en muchos aspectos fuera de la retórica de la productividad, el éxito material y el consumo.


Seguimos conversando


Abrazos


No hay comentarios.: